El 15-M ante una coyuntura histórica: O desaparece el régimen o desaparece el movimiento ¡La lucha continúa!

El 15-M ante una coyuntura histórica: O desaparece el régimen o desaparece el movimiento ¡La lucha continúa!

Carlos Quintero.

 

La inmensa ola de clamor popular que viene desarrollándose desde la primavera del presente año, ha sido un soplo de aire fresco sobre las heridas de los pueblos del mundo,   heridas que aún siguen abiertas.

 

Aunque desde  Mayo he venido siguiendo y participando en las movilizaciones populares que surgieron el 15-M, es desde hace un par de meses, que participo con cierta asiduidad en las Asamblea vinculada al 15-M en Huelva. Me incorporo a las Asambleas, cuando ante nosotros se despliega la  tarea de tratar de solucionar el fuerte retroceso que está sufriendo “la organización” del movimiento. Aunque en las Asambleas, (y fuera de ellas) continuamente surgen debates sobre “¿Qué estamos haciendo mal?”, apuesto a que esto no es un problema particular de Huelva, sino que es generalizado en el resto del Estado, y en mi opinión el retroceso atiende a un problema de “objetivos políticos” del movimiento. Trataré de explicarme.

 

Muchos pueblos del mundo se están levantando  porque han visto a las claras que no tienen otra forma de hacerse oír que mediante la lucha, en todas sus dimensiones. Que cada ápice de terreno de libertad y de poder popular que han conquistado duramente, ha tratado de ser reconquistado por el poder de sus regímenes a las pocas semanas, con el apoyo de las intervenciones militares del  poder imperialista. Precisamente para esquivar la lucha popular y hacerla retroceder, se está  poniendo sobre la mesa una estrategia, que ya se utilizó en España y a fin de no cometer nuevos errores, no debe caer en el olvido: “La Transición”.

 

 La clase dominante, en cualquiera de los regímenes ante los que se están levantado el clamor popular, está llevando a cabo una estrategia consistente en “Cambiar algo, para que todo siga igual”. Este grupúsculo de  “accionistas”, este poder de unos pocos, está oligarquía (Oligo= pocos, Arquía= poder)  se limita a “cambiar de gerente”, o incluso cambiar “la imagen de la empresa” para seguir conservando el control y la propiedad de “su negocio”. Lo que ocurre es que “su negocio” somos todos nosotros y es por eso que queremos dejar de ser “mercancía en manos de políticos y banqueros”.

 

Lo estamos viendo en directo en Egipto, con los nuevos levantamientos populares contra la Junta Militar al frente del ejecutivo. Esta Junta Militar está usurpando una tarea que solamente le corresponde al pueblo egipcio: Liderar una ruptura democrática con el anterior régimen y dotarse de un sistema verdaderamente democrático. Lógicamente, esta Junta Militar  trata de “guiar el proceso” para que se sigan imponiendo, en el país, los intereses de la oligarquía, con Mubarak o sin Mubarak,  y de este modo,  la lucha popular nunca llegue a consolidarse en un Estado verdaderamente democrático.

 

Esta estrategia es un calco de lo ocurrido en España durante la Transición (75-78). Al pueblo español, echado a la calle en la lucha, se le usurpó su legítimo derecho de liderar un proceso de ruptura democrática con el régimen franquista. En su lugar, las Cortes Franquistas, (con la complicidad de ciertos líderes que se hacían llamar de izquierdas)  parieron una Constitución y un régimen hecho a la medida de la oligarquía: “La monarquía-Parlamentaria”

 

 Esta  “transición” se llevó a cabo con gran eficacia, mediante la represión y la desmovilización de los ciudadanos,  y las consecuencias las seguimos pagando hasta nuestros días, ya que seguimos prisioneros de un poder que gobierna contra nosotros desde las sombras y que nadie ha elegido.

 

El poder real que ostentaba la oligarquía española (apenas unas 1400 familia –el 0,0034 de la población- que ahora controlan una riqueza equivalente al 80% del PIB español) se mantuvo intacto durante la Transición. Los de arriba siguieron estando arriba, garantizaron mediante la “ley de amnistía del 78”, la inmunidad penal por todos los crímenes de lesa humanidad que habían cometido, (aunque tendrán que acabar dando cuentas porque esto es ilegal) incluso la “mal parida” Constitución del 78, garantiza explícitamente, en su artículo 56, la inmunidad del Jefe del Estado, y no solo por la complicidad de los crímenes que pudiera llegar a cometer en un futuro, sino sobre todo, por la complicidad de su majestad en los crímenes que se cometieron durante  sus años como jefe de estado del régimen franquista sustituyendo a Franco. El negocio de la explotación de todos nosotros, antes con el régimen franquista, ahora (como durante el siglo XIX) con el régimen de la monarquía-parlamentaria, sigue intacto, y por tanto los de abajo seguimos estando abajo y sufriendo las consecuencias.

 

Como se ve, el único cambio fue la fachada. Se cambió el reparto de papeles  de los personajes que debían seguir traduciendo en la arena política los intereses de esa oligarquía a la que la prensa oligárquica  llama eufemísticamente “mercados”. Había que  darle a todo el entramado cierta apariencia “democrática”, hasta que la coyuntura, claro está,  no permitiese seguir manteniendo las apariencias, como ocurre ahora. Hoy esa oligarquía está  desnuda ante la realidad, con el prestigio de “sus actores de reparto” por los suelos alno haber pan para tanto chorizo” y con el pueblo en las calles gritando “lo llaman democracia y no lo es” ante la necesidad de acabar la tarea que tenemos pendiente desde hace más de 70 años: Conseguir la Democracia.

 

Me he tomado la licencia de extenderme en toda esta estrategia de “Transición” (que como vemos no solo responde al pasado reciente español, sino que se está usando ahora mismo en Egipto, Túnez, Libia etc.) porque me parece fundamental sacarla a la luz para entender  y tratar de luchar contra el estancamiento que padece la organización del movimiento 15-M, asunto que nos ocupa y que como decía arriba, en mi opinión se trata de un asunto de “objetivos políticos”.

 

La indignación de nuestros días y el generar movimiento (porque alguno debe enterarse de una vez, que no somos la primera, ni seremos la última, generación que se indigna y se mueve) como vemos no es suficiente. Ni lo fue hace 30 años, ni lo será ahora, si no ponemos el norte de nuestra lucha en la necesidad de un cambio de régimen y claro está, si no somos  capaces  evitar que la oligarquía cambie de régimen como de traje nuevamente. Para evitar que el clamor popular que ha supuesto el 15-M no se venga abajo, debemos  marcarnos unos objetivos a la altura de las circunstancias, que son históricas,  debemos ser capaces de darnos a la tarea urgente de enfrentar al régimen de una vez por todas, ser capaces de  superar está monarquía-parlamentaria, pseudo democrática, y luchar por un Republica Democrática y Federal.

 

Aquí en España, el 15-M aún (y digo aún) no se ha marcado el objetivo necesario de “derrocar al régimen” como si ha sucedido en otros países. De este modo, la oligarquía permite las explosiones de malestar, mientras que sean “impotentes”, mientras que no cuestionen el régimen, mientras sus objetivos sean “de forma” y no de “fondo”, y el movimiento sea fácilmente encauzadle y asimilable dentro de los límites del marco del Régimen. Marco, que por cierto, está perfectamente atado, precisamente en la ley marco de todas las leyes: La Constitución del 78 (un poco más estrecha aún desde su reciente modificación).

El gran problema que tiene el movimiento 15-M, es que sufre una contradicción que no le deja avanzar, y por tanto, aunque despierta simpatía entre la población, porque la gente ve reflejada su frustración en un inmenso caudal de clamor popular, sólo goza del apoyo de las masas muy puntualmente. Y es que la gente empieza a percibir que el movimiento 15-M no toca suelo, que las personas que lo lideran[1], constriñen el movimiento es un arma de indignación (con cierta dosis de infantilismo), cuando debería ser además -y sobre todo-  un arma política de cambio real.

 

 Es muy frecuente en las Asambleas, encontrar a compañeros/as que adolecen de una especie de síndrome de Estocolmo… ¿cómo llamarlo? Un “Despotismo ilustrado por la base” que grita: “Todos contra las injusticias del  régimen, pero con el régimen”.

Y es que, en determinados casos, algunos en el movimiento, están en contra de buscar una ruptura democrática ante la actual situación.  Y aunque muchos compañeros si comprenden esta necesidad, es cierto, que no son pocos los compañeros/as que suelen argumentar que la “gente aún está muy atrasada” para comprender la necesidad de la lucha contra el régimen.  Suele ser que a veces son los mismos compañeros/as los que sufren un  gran atraso político y no comprenden la necesidad de la tarea, o en determinados casos, algunos, están abiertamente en contra de buscar un ruptura democrática ante la actual situación. ¡Pero claro! ¡¿Cómo reprocharlo?! , esto es totalmente comprensible (que no tolerable) teniendo en cuenta que en nuestro país la mayoría de líderes de la izquierda con presencia en las instituciones monarquicas (que debieran ser personas con gran “adelanto, claridad y firmeza ideológica”) mantienen exactamente los mismos argumentos del “Despotismo ilustrado por la base” al que no referíamos antes y que se reflejan en las Asambleas al grito de: ¡Luchemos contra las injusticias del régimen, pero no contra el derrocamiento del régimen!

 

En conclusión, esta contradicción, que es responsable del estancamiento del movimiento, consiste en que por ahora el movimiento no ha convertido su indignación contra el régimen es una alternativa de lucha contra él. En una lucha por parir un nuevo modelo de Estado antagónico al actual: Una Republica Democrática y Federal que asegure nuestro bienestar desde la defensa del interés público y donde los resortes del poder estén controlados por el pueblo, mediante la participación política ciudadana y no por la oligarquía como actualmente pasa. Las actuales luchas concretas que actualmente nutren al movimiento como: participación ciudadana, reforma electoral, democracia real etc.… deben de impulsar un gran ariete, un gran lema general que diga: “Por la III República Democrática y Federal”

El movimiento 15-M ha conseguido en gran medida hacer de altavoz al señalar nuestros males, incluso dejar al descubierto a los responsables de nuestros problemas, ha gritado a la cara de los políticos que sustentan este régimen, que su sistema es injusto, han dado una lección magistral de dignidad (Decía Marx, que el pueblo está más hambriento de respeto que de pan)  pero aún, no ha sido capaz de decirle a la cara a esa oligarquía: “¡Como vuestro régimen es una estafa, vamos a derrocarlo y nos vamos a dotar de un modelo de estado de estado verdaderamente democrático!” .

¡Compañeros vienen tiempos duros!, de ataques brutales contra los trabajadores ante  los que el pueblo se volverá a echar a la calle masivamente y el movimiento volverá a desplegarse con grandeza superando este reflujo actual. El 15-M deberá jugar un papel importante, pero para eso debemos superar nuestras contradicciones y tener confianza en la gente. No podemos seguir argumentando que la gente “no esta preparada” para luchar contra el régimen ¡porque es mentira! ¡¡Claro que lo está!! La gente necesita un movimiento fuerte que abra el camino en esa tarea, y si se alejan de nosotros es, precisamente, porque aún no hemos sido capaces de hacerles ver que queremos un cambio de verdad, porque eso es precisamente lo que nos reclaman desde su desencanto y desorientación.

¡Es hora de abrir el camino!  y no será fácil, pero más difícil será seguir viviendo bajo la opresión de este régimen sin futuro. Será inevitable equivocarnos al caminar, teniendo que ir rectificando una y otra vez, pero la equivocación más grande sería no empezar a caminar…¡La Lucha por la III República, no se puede hacer esperar más!


[1] ¡Claro que si! Como en todo proceso de lucha social la gente, que son los verdaderos protagonistas y motores del cambio, son liderados en función de determinados intereses, que no tienen porque ser os suyos propios. En este caso el movimiento 15-M está liderado (aunque sus líderes se resistan a asumirlo) por las personas que componen las asambleas ya que en ellas deciden los acuerdos, reivindicaciones, movilizaciones etc. Como vemos el concepto “liderar” no tiene porque conllevar falta de democracia ni imposición, porque a las Asambleas cualquier persona puede entrar, proponer y decidir

27 de Noviembre de 2011. Huelva.

Carlos Quintero.

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